
Es un peligroso camino el que hemos comenzado. En nuestro andar, vislumbramos desde lejos las grandes ciudades, y mis ojos pudieron adivinar en aquellos jardines floridos, la alegre vida familiar en este mundo escondido. Ellos eran los Reyes de la tierra, los que habitan el Reino Akasha y en ningún otro. Nosotras dos, Princesas de la Ciudad de las Torres, Almas vagabundas detrás de un misterioso Príncipe, solo estábamos de paso. Igual, como ustedes ya se habrán dado cuenta, nuestra vida se divide en dos mundos: Akasha, y el que todos conocemos. Para entrar a Akasha hay que atravezar una puerta. Lo que es dificil es llegar a ella, porque solo cuando es preciso la podemos encontrar. No se puede forzar su aparición. Otros días, cuando nuestras presencias en las Torres o en Akasha se requiere, somos absorvidas por la puerta, y nuestros cuerpos parecen sin espíritu por el tiempo de nuestra estadía...
Es raro, esta vida entre dos mundos...
Lo único que se sabe, es que es imposible conseguir el EQUILIBRIO tan codiciado por todos nosotros, habitantes de dos realidades...
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