Bienvenidos, La Princesse Ensorcelée

Sí, soy una chica llena de sueños, de vuelos y mariposas; sí, tal vez esté enamorada del amor mismo... y, como todos, soy reflejo del aire que respiran nuestros Dioses. Estoy entre dos mundos, dejando atrás mi niñez, estoy ante el velo de los misterios que invitan a crecer. Que el Anciano de los Día me ayude y me proteja en mi travesía mágica. Las mariposas llegarán pronto pronto con sus colores naranjas, amarillos, ocres y azules. El mundo es cada vez más maravilloso ¿Nunca creiste volar con las Hadas? Yo ya enfrenté el miedo con mi espada dorada, ¡Libérate! Hay sentimientos que nacen del Alma y yo quiero que me acompañes en mi Felicidad!!

jueves, 21 de mayo de 2009

El Pastor

Lo había conocido recorriendo el bosque, mientras mi amiga hacía lo mismo en otra dirección. Era joven, esbelto, tal vez un simple campesino, tal vez demasiado callado al principio. De a poco, como acostumbrándonos el uno al otro, nos fuimos acercando y terminamos sentados uno al lado del otro. Nos preguntamos, nos contamos nuestras vidas, realidades, triunfos y fracasos. Los días transcurrían, y nos juntábamos siempre, aunque fuese un momento. Nos mandábamos mensajes con el viento, los pájaros cantaban nuestra historia.
Eran días tranquilos, porque vernos nos inundaba de paz. Nuestros caminos se habían cruzado, y las vidas de los dos habían cambiado para siempre. Era alentador, amable, dulce...

"parecía, en el fondo, hecho de la misma esencia que mi ángel."


Entonces encontramos al Príncipe, y todo se vino abajo: nos veíamos cada vez menos y solo el fluir del viento nos unía. Era triste, pero era la realidad de mi situación. El hechizo pesaba sobre mí...

Nos vimos la siguiente vez, atrapados en la melancolía, y su mano rozó el césped y tomó la mía, inundándome de calor.

Nos despedimos con tristeza.

Entonces, lentamente...
poco a poco...


las palabras se fueron desvaneciendo en el viento.



Sin embargo, ahora caminaba hacia mí, sonriendo nuevamente. Situación muy incómoda por cierto. El Príncipe lo miró atónito, a mi me dieron ganas de reír. Andaba a pasos rápidos hasta que de pronto se detuvo. Miró al Príncipe, extrañado, y luego la espada. Su mano extendida hacia ella había quedado suspendida en el aire. Sonrió incómodo y la bajó. Miré el suelo.


La Princesa de la Torre Cercana fue a buscarme, y la espada quedó nuevamente sola, en la oscuridad...







No hay comentarios: