Bienvenidos, La Princesse Ensorcelée

Sí, soy una chica llena de sueños, de vuelos y mariposas; sí, tal vez esté enamorada del amor mismo... y, como todos, soy reflejo del aire que respiran nuestros Dioses. Estoy entre dos mundos, dejando atrás mi niñez, estoy ante el velo de los misterios que invitan a crecer. Que el Anciano de los Día me ayude y me proteja en mi travesía mágica. Las mariposas llegarán pronto pronto con sus colores naranjas, amarillos, ocres y azules. El mundo es cada vez más maravilloso ¿Nunca creiste volar con las Hadas? Yo ya enfrenté el miedo con mi espada dorada, ¡Libérate! Hay sentimientos que nacen del Alma y yo quiero que me acompañes en mi Felicidad!!

domingo, 13 de diciembre de 2009

A través del viento


Se sucedieron días llenos de esplendor. El Sol, radiante, iluminaba el bosque. Los pájaros volaban sobre nuestras cabezas y en derredor todo era vida, ruidos, música. Aunque todavía no había recobrado del todo su humor habitual, el Príncipe estaba mucho más alegre. A lo lejos, las ciudades y las Torres. Acompañándome, la Princesa de la Torre Cercana. A mi lado, el fiel Pastor. La academia de vida se llenaba del bullicio de las vacaciones. Todo alegría y color.

_ ¡Princesse!_ exclamó el Príncipe desde lejos, llamándome a tomar té de hierbas recién cortadas. Lo miré sonriendo.

_ Pronuncias mal la ese. Si quieres, puedes decirme Princesa solamente.

_ Ah, ¡me menosprecias!_ hizo un gesto gracioso y agregó una broma sobre la imposibilidad de pronunciar “ensorcelée”. Nos sentamos a tomar el desayuno. Mi amiga llegó apresurada y arrojó sobre el mantel un paquete que soltaba un suave aroma.

_ En las Ciudades_ explicó feliz_ una pastelera que quería un favor de magia. Se lo concedí, y me recompensó con algunas masas.

Los dos se dedicaron a hablar sonrientes, felices, alegres. Yo los observaba igualmente alegre. No era muy dada a las largas charlas ni era de muchas palabras, pero me encantaba escucharlos hablar. Además, mi atención se entretenía escuchando el viento. En su cantar, traía noticias de los prados cercanos, donde el Pastor acompañaba a sus ovejas. Recordé una charla que había tenido hace pocos días con mi amiga. Nos hallábamos en medio del bosque, buscando frutos para aprovisionarnos, y ella me abordó bien comprobó que estábamos solas:

_ ¿Ya estás mejor? Me refiero al Príncipe, claro.

_ ¿Mejor? ¿Te refieres al Suceso del Dragón? Sí, estoy mejor. Ya no me siento culpable, ya no lo evito. Estoy bien. Sí, con respecto a eso también_ aclaré sonriendo ante su mirada_ ya no siento lo que sentía antes. Ya no me pierde su sonrisa ni me marea su mirada. Estoy tranquila, finalmente.

_ ¡Me alegro por ti, querida amiga! Y obviamente,_ acompañando su tono con un gesto de complicidad_ también por el Pastor ¿Noticias de él?

_Todas las noches_ respondí riendo.

Y era así. El viento que circulaba por el bosque se había vuelto una vía de comunicación muy utilizada. Cuando no nos veíamos, el Pastor y yo pasábamos la noche en vela, escuchando el viento y escribiendo en él. Éramos dos enamorados, y las dudas se iban consumiendo con estas conversaciones. Me sentía feliz; el bosque nos contagiaba su alegría. Sentía que por fin, aquel que me podía salvar de las tinieblas me había encontrado.

Soy una Princesa de la Ciudad de las Torres. Una Princesa cuyo Príncipe azul no tiene tal título honorífico, una Princesa que no esperó en su torre.

No espero amor, busco al hechicero.

Soy yo, La Princesse Ensorcelée…

domingo, 19 de julio de 2009

Verano


Era pleno verano. Eso puedo asegurarlo: las hojas en los árboles estaban todas verdes, y el bosque olía a frutos silvestres. Siempre que creíamos lejos u ocupados a todos los jóvenes que conocíamos, mi amiga y yo nos bañábamos en un gran lago que había bosque adentro, oculto en una hondonada. El calor era más llevadero a la sombra de los árboles, todo el bosque estaba tremendamente alegre.
Algunos días veía al pastor. Seguía sintiéndome muy feliz a su lado, y la alegría era compartida. Realmente eso me alegraba. Ahora que lo pienso, cada vez que recuerdo al pastor no puedo evitar sonreír... Creo que definitivamente quiero estar con él. Me gusta, creo que me estoy enamorando de a poco
¡Y eso me pone aún más feliz!
Entonces está bien. Sin embargo, hay muchas cosas que todavía no están solucionadas del todo. Es cierto que el Pastor ha logrado sanar, poco a poco, las heridas que dejó en mí el Príncipe, y que ahora me siento mucho mejor respecto a eso. Sin embargo...
Mi ángel... No puedo permitir que por siempre sea un espíritu vagabundo... Sé que me ha estado acompañando: no lo veo, pero le presiento desde que salí de la Ciudad de las Torres. Sin embargo, no me ha dirigido la palabra y eso me asusta un poco... sé que cuando me acercaba al Príncipe se enojaba conmigo, lo que no pasa con el Pastor. Sin embargo me preocupa esta ignorancia de su parte... temo que se sienta olvidado por mi... ¿qué voy a hacer? No puedo alejarme en momentos tan decisivos...

Por otra parte, hay una idea fija en mí. Algo así como un miedo que se ha ido acrecentando con el paso del tiempo. Se inició cuando fui consiente del hechizo que tenía encima...
Juré
...y rogué que nunca,
pero nunca,
sería posesión de alguien.

_ Unir lazos... a mi me suena a cadenas. Me divierto más si soy totalmente libre... puedo volar feliz.
_ eh... ¿dijiste algo?_ me preguntó mi amiga dándose la vuelta en el agua.
_ No, nada_ sonreí rápidamente.
_ ¡Sí dijiste! No me digas que nada. Vamos, no seas así de malvada. Decime_ insistió con una sonrisa que no dejaba de ser tremendamente insistente.
_ No sé que voy a hacer si el Pastor me propone algo.
_ ¿Algo como un affaire?
Reímos un rato, bromeando y llenando el espacio con nuestras alegres voces.
_ Me alegro que por lo menos ya estés aceptando esa posibilidad_ me sonrió con complicidad.
_ No sé si aceptaré... el noviazgo... me gustaría más un "seamos felices juntos" que un "¿quieres ser mi novia o prometida?"...

No lo sé...
puede que sean tonteras mías del momento.
No lo sé...

domingo, 12 de julio de 2009

Vuela, luz de esperanza... (tomo 1, cap 9)

Un colibrí. Un alegre pajarillo, del color de la esperanza,
que vi volar a mi lado
cuando mi corazón había perdido
rumbo, y camino...

De noche ya, me revolví en el cesped para un lado y para el otro tratando de dormirme, mientras las sábanas se revolvían sobre mí. A unos metros de mi el Príncipe dormía plácidamente, como si sus ojos no pudieran escapar al sueño. Miré las estrellas.
_ ¿Qué hago...?_ me pregunté. ¿Qué iba a hacer ahora? Me dí vuelta para no ver al Príncipe, y mi mente se perdió en el bosque y poco a poco... lentamente... dejé de escuchar el sonido del viento en los árboles, y el ruido del crugiente césped bajo mi cuerpo.



Vuela, luz de esperanza.

"Retumbando en las oscuras cabernas, su pedido se extiende como un manto de ruegos, como un manto de sueños. Lo único que pretende es entender su corazón. Y cuando los dos extremos de los que tiran sus sentimientos se junten, y el dilema exija con gran ánsia una solución, el destino será decidido, las estrellas se acomodarán...
Lo único que desea es encontrarte, sigue esperándoe... Espera a alguien que vió una vez, en los inframundos de los cristales de sus sueños. Busca una sonrisa, busca un espíritu valiente, observa las Almas a través de ventanas al corazón, esperando vislumbrar una suave luz, esperando llena de esperanzas ver el resplandor de un par de ojos sagaces, un par de ojos que, como los de ella, buscan.
Espera reconocerte, espera que la reconozcas... sueña, porque solo en sueños puede verte, porque en todo momento te ama, porque ya no puede seguir así. Solo busca Amor, solo un amor... Uno, por los Dos."

En medio del silencio, un susurro

... Mi ángel...

sábado, 6 de junio de 2009

El mirador ...sonrisas...


Una suave brisa recorría el bosque. La Princesa de la Torre Cercana y yo estábamos sentadas bajo la sombra de grandes árboles. Luego de la partida del Dragón, los días eran cada vez más cálidos: se acercaba la estación estival.
_ Te preguntaré una vez más... ¿Qué harás con tu vida?
_ No lo sé. Cada vez me siento más cercana al Pastor, más lejos del Príncipe...
_ Entonces...
_ Y por otro lado, debo volver a las Torres a penas esto se defina. A penas sepa que el Príncipe estará bien.
_ Está profundamente dormido.
Miré al Príncipe.
Tapado con algunas mantas, yacía dormido en el césped caliente por el Sol. Respiraba pausadamente y parecía sonreír... Sonreí yo también. Sin embargo, ya no sonreía con ese amor que había experimentado, ahora sonreía simplemente por cariño.
El Pastor me esperaba al lado del río, y yo no quería llegar tarde. Cada día que pasaba con él, descubría que podía quererlo mucho y que me encantaba su cercanía. Sin embargo, había decidido que no dejaría que nada pasara hasta que el asunto del Príncipe hubiese quedado totalmente cerrado.
_ Yo también parto_ sonrió mi amiga_ tengo algunas cosas que hacer.
_ De acuerdo, nos veremos después_ le sonreí.

Antes de partir, creamos un campo protector alrededor del Príncipe y de nuestras cosas. En la Academia de Vida de la Ciudad de las Torres habíamos cursado algunas carreras de la rama de brujería, y no nos era complicado utilizar la teoría a nuestro favor.

Caminé entre los árboles, acompañada del cantar de los pájaros y el viento, hasta encontrarme en un soleado prado. Allí, no muy lejos de donde me encontraba, pude ver las blancas ovejas pastando, y no mucho más allá, el joven pastor me sonreía.
_ ¡Hola!- exclamé acercándome alegremente.
_ Hola ¿Cómo has estado?_ El Pastor sonreía y mi corazón se alegraba.
_ Muy bien. Más bien, cada día mejor, ¿y tú? ¿Te dan mucho trabajo?
_ Ah, no, no. Me gusta la tranquilidad de este lugar. Y no hacen mucho jaleo, la verdad...
Sonreímos mirándonos. Era una tarde apacible, y nos sentíamos realmente bien juntos.
_ Ven_ dijo agarrando con suavidad mi mano. Lo seguí a través de las praderas hasta un alto mirador. Con cuidado y lentamente debido a mi gran vestido, subimos a la cima.
Lancé un suspiro de alegría, seguido por una exclamación ¡Era hermoso! Una vista fantástica: a lo lejos, las ciudades donde habitaba la gente común del Akasha, aún más lejos el bosque, en el horizonte el mar, en el otro extremo sombras de muchos colores...
_ Mira_ le señalé la sombreada y colorida Ciudad de las Torres_ de allí vengo yo.
_ ¿De la Ciudad de las Princesas?_ preguntó extrañado, abrazándome y teniéndome contra él. Sonreí tranquila: era lindo sentir el calor de su cuerpo, la protección de sus brazos, la dulzura de su voz...
_ No hay solo Princesas. Verás, allí hay una Academia de Vida donde cada una elige qué quiere ser: hechiceras, princesas, brujas de aldeas y otras cosas más. Si quieres ser pirata o marinera, nos llevan a otra Ciudad de Torres situada al lado del mar. Las que quieren ser Princesas, se quedan en la Ciudad, en su Torre, a la espera de un Príncipe.
_ ¿Y tú, qué decidiste ser?
_ Yo soy un caso especial_ le sonreí sin saber cómo explicar..._ verás, yo no nací en la Ciudad. No pertenezco enteramente a ella. Digamos que me dan asilo... ehm... no sé cómo explicarte. Por el momento te puedo decir que rendí muchas materias de muchas orientaciones de vida, sé un poco de todo.
El Pastor sonrió mirándome.
_ ¿Y eso se puede hacer? Claro, si eres un caso especial supongo que sí.
_ ¡No me estoy haciendo la interesante ni nada ¿de acuerdo?!_ lo reprendí sonriendo. Me solté de su abrazo para mirarlo de frente.
_ ¿Ah, no? ¿Seguro?_ dijo riendo él también.
_ ¡Mira que eres malvado, eh?_ reí, y bajé corriendo y resbalando hasta la ladera.
_ ¡Ten cuidado!_ exclamó preocupado siguiéndome.
_ ¿Ah, sí? ¡A ver si puedes atraparme, pastorcito!
_ ¿Crees que no puedo, señorita especial?

Reímos mucho, nos divertimos, corrimos, todo al unísono. Me sentí muy bien, acompañada por primera vez. Realmente... era muy distinto que el cambiante Príncipe, tan sereno y apacible... era mi mejor compañero, mi Pastor favorito...

aunque no tiene anteojos, y en realidad su pelo es enrulado ^-^

martes, 2 de junio de 2009

Las sombras y el Dargón (parte II)



_ Tú, sobre todo tú, has de detestarlo..._ el aliento caliente del Gran Dragón me rodeaba.
_ ¿Por qué? ¿Por qué dices eso Gran Dragón?_ pregunté apesadumbrada_ Lo quiero.
_ ¡ES UN INSULTO!_ rugió el Gran Dragón como un padre que reprende a su hija por una mala elección, y un poco de fuego escapó por su hocico. El pasto adquirió una coloración marrón_ un insulto para ti, que tantos años has sufrido y seguirás sufriendo por tu hechizo. ¡Él, Princesa, aquel que pretendes, se ha hechizado solo! No hay respeto por tu situación en eso. Lo ha hecho luego de conocerte.
_ Lo sé...

Quedamos en silencio. Yo sentada en la roca gris pero cubierta de musgo, el Gran Dragón a unos cuantos metros, tirado sobre los árboles.

_ No quiero que lo lastimes.
_ No me es posible permitir que te dañe.

Entonces cometí el error que el Gran Dragón esperaba, ansioso. Desesperada, me levanté y exclamé:
_ ¡No es él quien me daña! ¡Son sus Sombras, las malditas Sombras!

Callé de pronto, tapándome la boca. El Gran Dragón mostró sus colmillos amarillentos y se levantó mientras la tierra temblaba a su alrededor:
_ Sea, Princesa.

"No..." Solo un susurro. Sin embargo el Dragón ya levantaba vuelo y apenas me alcanzó el tiempo para agarrarme de una de sus alas y elevarme con él.
Pronto llegamos a donde el Príncipe y la Princesa de la Torre Cercana charlaban tranquilamente. Mi amiga presintió el castigo y se apartó respetuosa. El Gran Dragón habló.

_ Nadie tiene derecho a lastimar a ninguna Princesa.
_ ¿Q-qué?_ balbuceó el Príncipe, temeroso. Su mano agarraba una joya extraña que colgaba de su cuello. La Ciudad de las Torres no teníamos dogmas, ni banderas.
_ Lo que has oído, Príncipe. Has creado Sombras. Sombras que lastiman a Princesas.
_ ¿A quién?_ el Príncipe sacó su espada reluciente.

Suspiré hondo. 

_ A mí. 
_ ¿A-- a ti?
_ Sí, Príncipe. Pero no desenvaines tu espada: no te atacaré. Aquella a quien dañaste también te defiende. QUEMARÉ TUS SOMBRAS, y borraré tus recuerdos de este suceso.
_ ¡N-NO TE ATREVAS, DETENTE!

No hubo más que decir: en el acto una oleada de fuego que brilla sin quemar salió de las fauces del Gran Dragón para volcarse sobre el Príncipe. De pronto, todas las Sombras surgieron de su cuerpo, y su espada de nada valió. Las Sombras, riendo locamente, se extinguieron en el aire.
El suspiro del Gran Dragón borró los recuerdos de ese día del Príncipe, que quedó profundamente dormido.

_ Ha sido.

Y el Gran Dragón se despidió de nosotras, nos deseó suerte en el viaje y la búsqueda, echó una última mirada de soslayo sobre el Príncipe y se alejó volando.



Pronto, todo quedó en silencio: La Noche oscura había llegado.

   

martes, 26 de mayo de 2009

Las sombras y el Dragón (parte I)

Sin embargo y pese a toda mi alegría, un funesto desenlase preparaba mi destino.


Entre risas y lágrimas llegamos a la noche, y los tres nos tiramos a dormir en el césped, abrigados por el calor de la tierra misma y por las anchas telas que habíamos traído. Fue noche sin Luna, oscura como boca de lobo; y en medio de aquella noche, las Sombras del Príncipe vinieron a buscarlo.

_ No te preocupes, les he dicho que no te molesten_ me susurró su voz desde la maraña negra.
_ Aún así..._ susurré. Nada había cambiado en él: de momentos parecía acercarse a mí y a la Luz, y en otros momentos se alejaba para hundirse entre las ruinas de su propio ser.
_ No molestes. Duerme ya. Te ha dicho que no te molestarán_ escuché su dura voz entre las Sombras.
Me dí la vuelta y cerré los ojos. Pero no me dormiría en el acto, porque una llama se prendía en mi interior: El Gran Dragón me llamaba desde la Ciudad de las Torres.

He venido a buscarte. Me has llamado. No es cierto, Gran Dragón, no te he invocado, mis labios no se han abierto para llamarte a venir... Entonces tu corazón lo habrá hecho. No intentes engañarme, sabes que no puedes mentirme. Lo sé Gran Dragón... solo que... no quiero que lo dañes. No quiero que le hagas daño ni que lo persigas hasta perderlo en las duras montañas. Puedo soportarlo sola, quiero seguir luchando por su Por un amor que no parece tener hacia ti, Princesa. No soy una de esas Princesas que solo buscan amor. Pero te has criado en la Ciudad de las Torres, bajo mis protectoras alas. Todo derecho es obligación también de recibirlo. Recibirás así mi protección. Lo sé... pero...

...


¿Quieres sacrificarte a ti misma por este que te trae oscuridad? ... Puedo hacer que pese en tu corazón el amargo sabor de la resignación. Además de tu hechizo. Mi hechizo es tema aparte. No sé que hacer, Gran Dragón... ni siquiera sé qué quiero... Iré. No dañaré a tu Príncipe, lo juro por la Academia de Vida de las futuras generaciones. Hablaremos rostro a rostro. Ahora, duerme...


Y un manto de sueños calmos se extendió sobre mis párpados...

Y el Dragón vino desde su oculta guarida en la Ciudad de las Torres hasta el claro del bosque donde nos hallábamos, y apareció junto al Sol en el horizonte transcurridos dos días de nuestra charla.

_ ¿¡Qué hace ese Dragón aquí!?_ exclamó el Príncipe incorporándose. Yo me empezaba a acostumbrar a sus cambios de humor: al llegar la noche se mostraba taciturno y lejano a mí, tan lejano que no podía alcanzarlo; y de día parecía q nada había pasado, que me quería y correspondía mis sentimientos. Era como un alfiler en el pecho, una punzada en el corazón.

_ Es cierto_ me susurró la Princesa de la Torre Cercana_ ¿Qué hace Gran Dragón aquí?

No contesté, aunque era innecesario hacerlo. El Dragón aterrizó pesadamente en la tierra, el Príncipe se alejó un poco mientras el aliento cálido del Dragón rozaba sus pies. Clavó sus grandes ojos amarillos en los míos. Desvié la mirada.

_ Hablarás ahora, Princesa Hechizada. En la Ciudad fuiste muy apreciada, aunque eras totalmente diferente a todo lo que la Academia de Vida pudiera crear. Semejante a todo, Nada en particular. Habla ahora con el Gran Dragón, que ha venido desde lejos a escuchar tus órdenes. Y no ocultes nada, conozco tu corazón tal como conocí tu Torre en su creación.

_ Has dicho, Gran Dragón; y nada te ocultaré de lo que hay dentro mío.

Al instante se alzó en vuelo, desplegando sus escamosas alas, y se alejó bosque adentro.


_ ¿Qué te entristece, dulce Princesa?


_ Son las Sombras; las Sombras que rodean su ser.


Es la incertidumbre de querer a un Príncipe que se ha hechizado a sí
mismo...



domingo, 24 de mayo de 2009

A mi ángel, con cariño ^-^



Siempre estás al final de mis pasos al llegar
No eres de la forma que te quiera dar
Si te pinto he de hacer, estrategias de pincel
Eres para el viento riendas de corcel

, furia de color...te cuelas en mi voz
, juegas al pasar...sonríes y después te vas

 
Es impermeable el cielo de tu reino
Cuando a solas te dedicas a pintar mi lienzo
Haces de las horas en las que el azul es gris
Una red de sombras tenues por vestir
Eres naufrago, seductor en un mundo místico
Mueves en la noche, cuerpos mágicos
Si perfila el sol la claridad y el neón se ha de apagar
Tú fabricas sueños, para regalar

, furia de color...te cuelas en mi voz
, juegas al pasar...sonríes y después te vas

A veces el día, destierra tus formas
Otras te hace eco de la voz de cada hora
Haces de la imagen, que no pude distinguir
Un recuerdo infatigable a perseguir y es que
Siempre estás al final de mis pasos al llegar
Mueves en la noche sombras mágicas

furia de color...te cuelas en mi voz
juegas al pasar...sonríes y después, te vas.



(canción de Rosana)

jueves, 21 de mayo de 2009

La Princesse Ensorcelée ( tomo I, capítulo 8 )

Y a la mañana siguiente me levanté junto al Sol. Pasee por el bosque buscando frutas para el desayuno, junte agua en el gran odre, hice un poco de fuego. El Príncipe seguía en sus ruinas, el Pastor paseaba por el inmenso bosque, el Cantor entonaba bohémias melodías mientras buscaba la puerta oculta. Y el hierro de mi espada, clavada aún en el suelo, se calentaba bajo el tibio Sol.



Juntado todo lo necesario volví al lado de la Princesa de la Torre Cercana, que me esperaba sentada en el césped.
_ ¿Qué harás?_ me preguntó echando hiervas al odre y poniendo este al fuego.
_ ¿De qué?
_ Con el Príncipe. Con el pastor.
No dije nada. Mi amiga me insistió, atravesándome con su mirada.
_ No lo sé... realmente no lo sé.
_ Pensalo...
_ Sí. Bha, no sé. Dejemos al río correr libre...

sin caudales
ni censuras.

Es necesario, quiero pensar con el corazón, pero me cuesta dejar de ser racional, aun en el Akasha.

De pronto un ruido entre los árboles, y del bosque surgió, bañado por el Sol, mi querido Príncipe.
_ Lo he dejado. He dejado a las sombras_ sonreía como nunca, y el Sol formaba arcoíris en mis ojos, las lágrimas caían, yo reía, y corrí a abrazarlo. ¡Fui muy feliz en ese momento!

"Muy bien, no es fácil. La Princesse Ensorcelée... ahora lo sabe. Sabe que sos incondicional, sabe que la luz puede brillar en medio de las tinieblas, que se puede elegir los caminos y el destino tiene dependencia de la persona que lo posee. Sabe que se pueden mover las estrellas, modificar las galaxias. No hay que dejar de luchar nunca si hay algo que se quiere lograr... Ha alcanzado su espada, y cuando el frio brillo de la Luna la ha iluminado, un resplandor dorado brilló en el universo, se extendió por los más recónditos rincones del mundo, se adentró en las profundidades de la tierra e iluminó también tu sonrisa. El mayor hechizo es ser feliz; puede perderse en tu sonrisa y puede darse la vuelta y luchar contra muchas cosas, incluso contra los fantasmas y sombras que rodean tu ser. Te quiere de mil modos, sobretodo le haces bien.

Sonrían. Iluminen también su mundo
."



El Pastor

Lo había conocido recorriendo el bosque, mientras mi amiga hacía lo mismo en otra dirección. Era joven, esbelto, tal vez un simple campesino, tal vez demasiado callado al principio. De a poco, como acostumbrándonos el uno al otro, nos fuimos acercando y terminamos sentados uno al lado del otro. Nos preguntamos, nos contamos nuestras vidas, realidades, triunfos y fracasos. Los días transcurrían, y nos juntábamos siempre, aunque fuese un momento. Nos mandábamos mensajes con el viento, los pájaros cantaban nuestra historia.
Eran días tranquilos, porque vernos nos inundaba de paz. Nuestros caminos se habían cruzado, y las vidas de los dos habían cambiado para siempre. Era alentador, amable, dulce...

"parecía, en el fondo, hecho de la misma esencia que mi ángel."


Entonces encontramos al Príncipe, y todo se vino abajo: nos veíamos cada vez menos y solo el fluir del viento nos unía. Era triste, pero era la realidad de mi situación. El hechizo pesaba sobre mí...

Nos vimos la siguiente vez, atrapados en la melancolía, y su mano rozó el césped y tomó la mía, inundándome de calor.

Nos despedimos con tristeza.

Entonces, lentamente...
poco a poco...


las palabras se fueron desvaneciendo en el viento.



Sin embargo, ahora caminaba hacia mí, sonriendo nuevamente. Situación muy incómoda por cierto. El Príncipe lo miró atónito, a mi me dieron ganas de reír. Andaba a pasos rápidos hasta que de pronto se detuvo. Miró al Príncipe, extrañado, y luego la espada. Su mano extendida hacia ella había quedado suspendida en el aire. Sonrió incómodo y la bajó. Miré el suelo.


La Princesa de la Torre Cercana fue a buscarme, y la espada quedó nuevamente sola, en la oscuridad...







jueves, 14 de mayo de 2009

La Princesse Ensorcelée ( tomo I, capítulo 7 )


"¿Quienes son esos jinetes? El cielo ha oscurecido las formas, ya no se puede ver, y esas pupilas de caleidoscopio solo distinguen una espada.
Alas.
Alas se despliegan con el fulgor del amanecer. Ya nadie sabe quién es, ella misma desconoce su corazón... Simplemente está allí, flotando libre en la inmensidad... Unas manos envuelven las suyas, las plumas se dispersan, se funden las almas en un abrazo infinito. Se siente el latir de corazones acelerados...

... No veo tus ojos, no distingo quién eres...

Mi corazón está confundido, debo elegir, y no sé a quien... Mi espada tiembla, el suelo firme que antes yacía bajo mis pies se agrieta, se desmorona... Necesito ver con el corazón, necesito un poco más de información, necesito eliminar una posibilidad, necesito hablar con tranquilidad...

¿Cuál será el futuro de esta espada?






No me gusta sufrir. Si no quieres dejar que me acerque, si no puedo volver atrás, no dudaré en irme."

La Princesse Ensorcelée ( tomo I, capítulo 6 )


"Y tú, ¿quién lo hubiera pensado? Agarraste la espada y me defendiste ¿En calidad de qué? ¿Por qué lo hiciste?"


No voy a negarlo: fue realmente extraño para mí. Nunca hubiese pensado que él utilizara la espada para protegerme de las sombras que me acechaban. Eso me ha puesto muy feliz ¡Realmente!

"... Luego se volvió hacia ella, y clavó la espada en el suelo nuevamente, mirándola expectante..."



_ Gracias_ susurré con un dejo de asombro en la voz. Me miró. Nuestros ojos volvieron las miradas sobre la espada.
_ De nada.

De pronto, en algún lugar del bosque algunas ramas se rompieron bajo el peso de un humano. Miramos extrañados a nuestro alrededor. El Príncipe desde las ruinas, yo fuera de su límite. Una sombra apareció a la luz de mi antorcha. Una persona encapuchada caminaba a paso veloz hacia nosotros. En ese momento lo recordé: era un joven al que había conocido hacía poco tiempo, y con el que había hablado acostados los dos en el césped, al borde de un río.
Lo cierto era que me resultaba agradable charlar con él, y lo recordaba con cariño. Si embargo... ¿Por qué estaba allí? Justo en ese momento..


.
"Un jinete encapuchado se acercó a paso acelerado. Parecía buscarla. Debajo de la oscura capucha se ocultaban sus ojos... y también sus intenciones. Esta espada no es Excalibur, viajero, NANTE...


detente, no te hieras a ti mismo ¿es cierto que yo te busqué? podemos hacernos daño... podremos querernos tanto..."

martes, 12 de mayo de 2009

La destrucción de las Torres

"Principe de Aquitania de la Torre abolida"

Esa era una de las frases de la canción del bardo. Mas, ¿cómo se abole una Torre? En la realidad, la abolición como hecho simbólico acompaña al hecho físico: Una Torre es abolida y se derrumba. Esto solo sucede cuando una Princesa decide abandonar la Torre.



Por supuesto, hay ciertos sacrificios: la Torre constituye el lugar donde el Príncipe indicado encuentra a la Princesa indicada, la rescata, y en ese acto nace el amor incondicional de uno hacia el otro. Otras Princesas sacrifican sueños, o seguridad, o en mi caso a mi ángel.

La Torre se reconstruye cuando la Princesa vuelve, pero solo entrará la Princesa, y todo lo que conoció afuera, quedará afuera.
La Princesa debe salir de su habitación y correr escaleras abajo: desde que abandona su lecho con la intención de irse, la Torre ya ha presentido su final. Cuando se bajan las escaleras cuidando de no tropezar, se siente en el ambiente la atmósfera tensa de la traición consumada, la Torre empieza a desprender sus tejas, el ruido se vuelve insoportable y las piernas se apresuran en llegar a la puerta. Luego, cuando ya se puede ver el cielo desde dentro de la torre cilíndrica, los ladrillos empiezan a temblar. En los rincones se ven los cadáveres de los viejos guardias o brujos, y las espadas oxidadas.



Yo recogí una de ellas cuando pasé apresurada a su lado. Me pareció que podía ser de utilidad, como mi verdadero nombre indica, soy una guerrera de armas tomar ^-^.

Una vez afuera, la Torre cae en medio de nubes y nubes de polvo, hasta que solo quedan escombros y ruinas. Esa es la destrucción de la Torre, la liberación de la Princesa. Son riesgos: tomar decisiones, así como ser libre e independiente son riesgos...

Ahora bien, no tengo idea de cómo es esta cuestión con los Príncipes... =S


Muchas gracias por visitar este blog, el acceso directo a mi cuaderno secreto ^-^



._. La Princesse Ensorcelée ._.