Bienvenidos, La Princesse Ensorcelée

Sí, soy una chica llena de sueños, de vuelos y mariposas; sí, tal vez esté enamorada del amor mismo... y, como todos, soy reflejo del aire que respiran nuestros Dioses. Estoy entre dos mundos, dejando atrás mi niñez, estoy ante el velo de los misterios que invitan a crecer. Que el Anciano de los Día me ayude y me proteja en mi travesía mágica. Las mariposas llegarán pronto pronto con sus colores naranjas, amarillos, ocres y azules. El mundo es cada vez más maravilloso ¿Nunca creiste volar con las Hadas? Yo ya enfrenté el miedo con mi espada dorada, ¡Libérate! Hay sentimientos que nacen del Alma y yo quiero que me acompañes en mi Felicidad!!

martes, 26 de mayo de 2009

Las sombras y el Dragón (parte I)

Sin embargo y pese a toda mi alegría, un funesto desenlase preparaba mi destino.


Entre risas y lágrimas llegamos a la noche, y los tres nos tiramos a dormir en el césped, abrigados por el calor de la tierra misma y por las anchas telas que habíamos traído. Fue noche sin Luna, oscura como boca de lobo; y en medio de aquella noche, las Sombras del Príncipe vinieron a buscarlo.

_ No te preocupes, les he dicho que no te molesten_ me susurró su voz desde la maraña negra.
_ Aún así..._ susurré. Nada había cambiado en él: de momentos parecía acercarse a mí y a la Luz, y en otros momentos se alejaba para hundirse entre las ruinas de su propio ser.
_ No molestes. Duerme ya. Te ha dicho que no te molestarán_ escuché su dura voz entre las Sombras.
Me dí la vuelta y cerré los ojos. Pero no me dormiría en el acto, porque una llama se prendía en mi interior: El Gran Dragón me llamaba desde la Ciudad de las Torres.

He venido a buscarte. Me has llamado. No es cierto, Gran Dragón, no te he invocado, mis labios no se han abierto para llamarte a venir... Entonces tu corazón lo habrá hecho. No intentes engañarme, sabes que no puedes mentirme. Lo sé Gran Dragón... solo que... no quiero que lo dañes. No quiero que le hagas daño ni que lo persigas hasta perderlo en las duras montañas. Puedo soportarlo sola, quiero seguir luchando por su Por un amor que no parece tener hacia ti, Princesa. No soy una de esas Princesas que solo buscan amor. Pero te has criado en la Ciudad de las Torres, bajo mis protectoras alas. Todo derecho es obligación también de recibirlo. Recibirás así mi protección. Lo sé... pero...

...


¿Quieres sacrificarte a ti misma por este que te trae oscuridad? ... Puedo hacer que pese en tu corazón el amargo sabor de la resignación. Además de tu hechizo. Mi hechizo es tema aparte. No sé que hacer, Gran Dragón... ni siquiera sé qué quiero... Iré. No dañaré a tu Príncipe, lo juro por la Academia de Vida de las futuras generaciones. Hablaremos rostro a rostro. Ahora, duerme...


Y un manto de sueños calmos se extendió sobre mis párpados...

Y el Dragón vino desde su oculta guarida en la Ciudad de las Torres hasta el claro del bosque donde nos hallábamos, y apareció junto al Sol en el horizonte transcurridos dos días de nuestra charla.

_ ¿¡Qué hace ese Dragón aquí!?_ exclamó el Príncipe incorporándose. Yo me empezaba a acostumbrar a sus cambios de humor: al llegar la noche se mostraba taciturno y lejano a mí, tan lejano que no podía alcanzarlo; y de día parecía q nada había pasado, que me quería y correspondía mis sentimientos. Era como un alfiler en el pecho, una punzada en el corazón.

_ Es cierto_ me susurró la Princesa de la Torre Cercana_ ¿Qué hace Gran Dragón aquí?

No contesté, aunque era innecesario hacerlo. El Dragón aterrizó pesadamente en la tierra, el Príncipe se alejó un poco mientras el aliento cálido del Dragón rozaba sus pies. Clavó sus grandes ojos amarillos en los míos. Desvié la mirada.

_ Hablarás ahora, Princesa Hechizada. En la Ciudad fuiste muy apreciada, aunque eras totalmente diferente a todo lo que la Academia de Vida pudiera crear. Semejante a todo, Nada en particular. Habla ahora con el Gran Dragón, que ha venido desde lejos a escuchar tus órdenes. Y no ocultes nada, conozco tu corazón tal como conocí tu Torre en su creación.

_ Has dicho, Gran Dragón; y nada te ocultaré de lo que hay dentro mío.

Al instante se alzó en vuelo, desplegando sus escamosas alas, y se alejó bosque adentro.


_ ¿Qué te entristece, dulce Princesa?


_ Son las Sombras; las Sombras que rodean su ser.


Es la incertidumbre de querer a un Príncipe que se ha hechizado a sí
mismo...



domingo, 24 de mayo de 2009

A mi ángel, con cariño ^-^



Siempre estás al final de mis pasos al llegar
No eres de la forma que te quiera dar
Si te pinto he de hacer, estrategias de pincel
Eres para el viento riendas de corcel

, furia de color...te cuelas en mi voz
, juegas al pasar...sonríes y después te vas

 
Es impermeable el cielo de tu reino
Cuando a solas te dedicas a pintar mi lienzo
Haces de las horas en las que el azul es gris
Una red de sombras tenues por vestir
Eres naufrago, seductor en un mundo místico
Mueves en la noche, cuerpos mágicos
Si perfila el sol la claridad y el neón se ha de apagar
Tú fabricas sueños, para regalar

, furia de color...te cuelas en mi voz
, juegas al pasar...sonríes y después te vas

A veces el día, destierra tus formas
Otras te hace eco de la voz de cada hora
Haces de la imagen, que no pude distinguir
Un recuerdo infatigable a perseguir y es que
Siempre estás al final de mis pasos al llegar
Mueves en la noche sombras mágicas

furia de color...te cuelas en mi voz
juegas al pasar...sonríes y después, te vas.



(canción de Rosana)

jueves, 21 de mayo de 2009

La Princesse Ensorcelée ( tomo I, capítulo 8 )

Y a la mañana siguiente me levanté junto al Sol. Pasee por el bosque buscando frutas para el desayuno, junte agua en el gran odre, hice un poco de fuego. El Príncipe seguía en sus ruinas, el Pastor paseaba por el inmenso bosque, el Cantor entonaba bohémias melodías mientras buscaba la puerta oculta. Y el hierro de mi espada, clavada aún en el suelo, se calentaba bajo el tibio Sol.



Juntado todo lo necesario volví al lado de la Princesa de la Torre Cercana, que me esperaba sentada en el césped.
_ ¿Qué harás?_ me preguntó echando hiervas al odre y poniendo este al fuego.
_ ¿De qué?
_ Con el Príncipe. Con el pastor.
No dije nada. Mi amiga me insistió, atravesándome con su mirada.
_ No lo sé... realmente no lo sé.
_ Pensalo...
_ Sí. Bha, no sé. Dejemos al río correr libre...

sin caudales
ni censuras.

Es necesario, quiero pensar con el corazón, pero me cuesta dejar de ser racional, aun en el Akasha.

De pronto un ruido entre los árboles, y del bosque surgió, bañado por el Sol, mi querido Príncipe.
_ Lo he dejado. He dejado a las sombras_ sonreía como nunca, y el Sol formaba arcoíris en mis ojos, las lágrimas caían, yo reía, y corrí a abrazarlo. ¡Fui muy feliz en ese momento!

"Muy bien, no es fácil. La Princesse Ensorcelée... ahora lo sabe. Sabe que sos incondicional, sabe que la luz puede brillar en medio de las tinieblas, que se puede elegir los caminos y el destino tiene dependencia de la persona que lo posee. Sabe que se pueden mover las estrellas, modificar las galaxias. No hay que dejar de luchar nunca si hay algo que se quiere lograr... Ha alcanzado su espada, y cuando el frio brillo de la Luna la ha iluminado, un resplandor dorado brilló en el universo, se extendió por los más recónditos rincones del mundo, se adentró en las profundidades de la tierra e iluminó también tu sonrisa. El mayor hechizo es ser feliz; puede perderse en tu sonrisa y puede darse la vuelta y luchar contra muchas cosas, incluso contra los fantasmas y sombras que rodean tu ser. Te quiere de mil modos, sobretodo le haces bien.

Sonrían. Iluminen también su mundo
."



El Pastor

Lo había conocido recorriendo el bosque, mientras mi amiga hacía lo mismo en otra dirección. Era joven, esbelto, tal vez un simple campesino, tal vez demasiado callado al principio. De a poco, como acostumbrándonos el uno al otro, nos fuimos acercando y terminamos sentados uno al lado del otro. Nos preguntamos, nos contamos nuestras vidas, realidades, triunfos y fracasos. Los días transcurrían, y nos juntábamos siempre, aunque fuese un momento. Nos mandábamos mensajes con el viento, los pájaros cantaban nuestra historia.
Eran días tranquilos, porque vernos nos inundaba de paz. Nuestros caminos se habían cruzado, y las vidas de los dos habían cambiado para siempre. Era alentador, amable, dulce...

"parecía, en el fondo, hecho de la misma esencia que mi ángel."


Entonces encontramos al Príncipe, y todo se vino abajo: nos veíamos cada vez menos y solo el fluir del viento nos unía. Era triste, pero era la realidad de mi situación. El hechizo pesaba sobre mí...

Nos vimos la siguiente vez, atrapados en la melancolía, y su mano rozó el césped y tomó la mía, inundándome de calor.

Nos despedimos con tristeza.

Entonces, lentamente...
poco a poco...


las palabras se fueron desvaneciendo en el viento.



Sin embargo, ahora caminaba hacia mí, sonriendo nuevamente. Situación muy incómoda por cierto. El Príncipe lo miró atónito, a mi me dieron ganas de reír. Andaba a pasos rápidos hasta que de pronto se detuvo. Miró al Príncipe, extrañado, y luego la espada. Su mano extendida hacia ella había quedado suspendida en el aire. Sonrió incómodo y la bajó. Miré el suelo.


La Princesa de la Torre Cercana fue a buscarme, y la espada quedó nuevamente sola, en la oscuridad...







jueves, 14 de mayo de 2009

La Princesse Ensorcelée ( tomo I, capítulo 7 )


"¿Quienes son esos jinetes? El cielo ha oscurecido las formas, ya no se puede ver, y esas pupilas de caleidoscopio solo distinguen una espada.
Alas.
Alas se despliegan con el fulgor del amanecer. Ya nadie sabe quién es, ella misma desconoce su corazón... Simplemente está allí, flotando libre en la inmensidad... Unas manos envuelven las suyas, las plumas se dispersan, se funden las almas en un abrazo infinito. Se siente el latir de corazones acelerados...

... No veo tus ojos, no distingo quién eres...

Mi corazón está confundido, debo elegir, y no sé a quien... Mi espada tiembla, el suelo firme que antes yacía bajo mis pies se agrieta, se desmorona... Necesito ver con el corazón, necesito un poco más de información, necesito eliminar una posibilidad, necesito hablar con tranquilidad...

¿Cuál será el futuro de esta espada?






No me gusta sufrir. Si no quieres dejar que me acerque, si no puedo volver atrás, no dudaré en irme."

La Princesse Ensorcelée ( tomo I, capítulo 6 )


"Y tú, ¿quién lo hubiera pensado? Agarraste la espada y me defendiste ¿En calidad de qué? ¿Por qué lo hiciste?"


No voy a negarlo: fue realmente extraño para mí. Nunca hubiese pensado que él utilizara la espada para protegerme de las sombras que me acechaban. Eso me ha puesto muy feliz ¡Realmente!

"... Luego se volvió hacia ella, y clavó la espada en el suelo nuevamente, mirándola expectante..."



_ Gracias_ susurré con un dejo de asombro en la voz. Me miró. Nuestros ojos volvieron las miradas sobre la espada.
_ De nada.

De pronto, en algún lugar del bosque algunas ramas se rompieron bajo el peso de un humano. Miramos extrañados a nuestro alrededor. El Príncipe desde las ruinas, yo fuera de su límite. Una sombra apareció a la luz de mi antorcha. Una persona encapuchada caminaba a paso veloz hacia nosotros. En ese momento lo recordé: era un joven al que había conocido hacía poco tiempo, y con el que había hablado acostados los dos en el césped, al borde de un río.
Lo cierto era que me resultaba agradable charlar con él, y lo recordaba con cariño. Si embargo... ¿Por qué estaba allí? Justo en ese momento..


.
"Un jinete encapuchado se acercó a paso acelerado. Parecía buscarla. Debajo de la oscura capucha se ocultaban sus ojos... y también sus intenciones. Esta espada no es Excalibur, viajero, NANTE...


detente, no te hieras a ti mismo ¿es cierto que yo te busqué? podemos hacernos daño... podremos querernos tanto..."

martes, 12 de mayo de 2009

La destrucción de las Torres

"Principe de Aquitania de la Torre abolida"

Esa era una de las frases de la canción del bardo. Mas, ¿cómo se abole una Torre? En la realidad, la abolición como hecho simbólico acompaña al hecho físico: Una Torre es abolida y se derrumba. Esto solo sucede cuando una Princesa decide abandonar la Torre.



Por supuesto, hay ciertos sacrificios: la Torre constituye el lugar donde el Príncipe indicado encuentra a la Princesa indicada, la rescata, y en ese acto nace el amor incondicional de uno hacia el otro. Otras Princesas sacrifican sueños, o seguridad, o en mi caso a mi ángel.

La Torre se reconstruye cuando la Princesa vuelve, pero solo entrará la Princesa, y todo lo que conoció afuera, quedará afuera.
La Princesa debe salir de su habitación y correr escaleras abajo: desde que abandona su lecho con la intención de irse, la Torre ya ha presentido su final. Cuando se bajan las escaleras cuidando de no tropezar, se siente en el ambiente la atmósfera tensa de la traición consumada, la Torre empieza a desprender sus tejas, el ruido se vuelve insoportable y las piernas se apresuran en llegar a la puerta. Luego, cuando ya se puede ver el cielo desde dentro de la torre cilíndrica, los ladrillos empiezan a temblar. En los rincones se ven los cadáveres de los viejos guardias o brujos, y las espadas oxidadas.



Yo recogí una de ellas cuando pasé apresurada a su lado. Me pareció que podía ser de utilidad, como mi verdadero nombre indica, soy una guerrera de armas tomar ^-^.

Una vez afuera, la Torre cae en medio de nubes y nubes de polvo, hasta que solo quedan escombros y ruinas. Esa es la destrucción de la Torre, la liberación de la Princesa. Son riesgos: tomar decisiones, así como ser libre e independiente son riesgos...

Ahora bien, no tengo idea de cómo es esta cuestión con los Príncipes... =S


Muchas gracias por visitar este blog, el acceso directo a mi cuaderno secreto ^-^



._. La Princesse Ensorcelée ._.



La Princesse Ensorcelée ( tomo I, capítulo 5)

Ya era de noche nuevamente. La Luna brillaba, naranja, enorme. A mi lado la Princesa de la Torre Cercana miraba las estrellas. Cerré los ojos, iba a viajar con la mente por el enorme bosque. Hice lo que aprenden a hacer todas las Princesas de la Ciudad de las Torres:
Me senté, cómoda... entrecerré los ojos, respiré hondo. Puse mis manos sobre el pollerón que cubría mis rodillas, descansé.

Me concentré en todo lo que escuchaba: el canto de los grillos, el viento casi imperceptible entre las hojas, algún animal pequeño pisando los pastos, la respiración de la Princesa, a mi lado.
Luego comencé a sentir. Sentí la tela entre mis manos, sentí el viento, el aire frío, el pasto bajo mis pies descalzos, el calor del cuerpo de mi amiga, la rugosidad del árbol en el que me había apoyado.

Entonces, sin previo aviso, me sumergí en el mar de mis pensamientos. Caminé por la oscuridad, llegué hasta una enorme puerta que parecía una boca de lobo. Entré. Tantee las paredes, y mis dedos se movieron involuntariamente sobre el vestido. Caminé un trecho, doblé hacia la izquierda, llegué a una puerta muy chica, y la abrí.





Silencio



Eran las sombras... las sombras que rodeaban a mi Príncipe. Me susurraron al oído frases extrañas. Entonces entendí, comprendí todo, dejé de ser vulnerable. Solo me faltaba ir hacia él... pero las sombras, lejos de ser mis amigas, buscaban desesperadamente verme sangrar la sangre azul de los nobles. La desean...

Lo siento, sombras, soy una Princesa Hechizada, mi sangre es roja como la de las personas normales. No me morderé el labio para mancharme de azul, mi sangre no huele a romero, ni tiene el color de sus flores.




_ ¿Princesa?
_ Ya volví, no te preocupes_ le sonreí abriendo los ojos. La vuelta había sido brusca, no había respetado el camino inverso.
_ ¿Fuiste a verlo?
_ No, me dedique a buscar algo dentro mío...
_ Ah, era eso_ miró las estrellas. Su cabellera negra brillaba_ hace mucho que no lo hago.
_ Pareciera que siempre lo estás haciendo_ le sonreí.
_ Soy realista.
_ No digas eso... nosotras... somos la frontera entre la realidad y lo ficticio...



...Me he encontrado con las sombras...





Ya sé, no es una razón para alegrarse, ¡¡pero estoy feliz!! He
encontrado mi espada, y ahora no soy vulnerable, ¡soy libre! Y tus opciones se
han acortado. Ahora puedes agarrar la espada que he clavado a tus pies y luchar
por mí, tratar de defenderte con ella o ignorarla y abrazarme, para después
separarnos. Pero ya no puedes atravesarme y clavarme al suelo con ella. Parece
que las sombras nos han acobardado, ¡pero fueron ellas quienes me dieron mi
arma perfecta! Es hora de sacarnos las caretas ¿escuchas? Sigo sin poder
acercarme a tí, pero si no puedo comunicarme de otra forma tendré que
hacerlo... Ya he sacrificado bastante, y estas cosas hay que pararlas antes de
que causen más daño. A los dos. Por otra parte, ya no tengo nada que perder,
¡más bien algo que recuperar !

¡¡Es una promesa, te quiero ver FELIZ!!






La peor de las torturas, es la incertidumbre.





._. La Princesse Ensorcelée ._.




lunes, 11 de mayo de 2009

Un poema ^-^


Poema para las Princesas
Las Princesas somos extrañas, de verdad.
Caminamos por senderos inciertos en noches cerradas;
Bagamos por callejones sin salida buscando un aroma perdido.
De noche miramos la Luna florecer,
Y de día nos gusta cantar con los pájaros al Sol.

Vivimos buscando a un Príncipe,
Y cuando lo encontramos, renegamos.
Somos traviesas, simpáticas, curiosas,
racionales, serias, majestuosas.

Somos día y noche,
hojas viejas de un libro, letras de una historia perdida
un trébol, una rosa con espinas.
Somos mucho y poco,
complicadas y simples.

Somos extrañas, y nos gusta la locura
Pero también la tranquilidad del hogar.
Somos fuego en la pasion
Y agua en el llanto.

Somos Princesas,
Princesas de las Torres Perdidas.







y algún día nos cansaremos de besar sapos





Una tarde bajo el Sol

Hasta las hadas parecían incómodas bajo esa mirada llena de vacío


El príncipe me miró, sin decir una palabra. Transcurrieron los minutos, y luego las horas; y a cada segundo me parecía más imposible seguir así, quieta, sosteniendo la mirada a aquellos ojos vacíos. No dijo nada, esperó a que yo me marchara sola. O eso parecía. A último momento, cuando estaba a varios pasos de él, me gritó un "¡Hasta Mañana!" desde las sombras.

No lo entiendo.

Volví a donde estaba mi amiga. El Sol empezaba a clarear por el horizonte, el mundo se llenaba de luz. Al compás de mis pasos, los pájaros cantaban sus melodías infinitas. Era una mañana hermosa, tal vez un poco llena de melancolía.
No tardé en llegar y ver que la Princesa de la Torre cercana ya había preparado un pequeño desayuno hirviendo algunas hojitas. Le conté todo lo que había pasado. Me escuchó atentamente, opinó al respecto y me aconsejó. Sin embargo, no me marcó un camino a seguir. No era propio de ella. Tendía a acompañarme para luego dejarme sola con mis desiciones.

Todos estamos solos al tomar las decisiones. Eso es una realidad, y hay que respetarla.

Al mediodía nos bañamos en el río, y a la tarde nos tiramos en el césped bajo el Sol cálido, a pensar, a soñar. Charlamos de las Torres, en realidad extrañábamos la Ciudad y el Gran Dragón. Sin embargo el recuerdo de los gritos de mi ángel me hizo dar escalofríos. Debería ir a buscarlo. Lo sé, tendré que volver... pero ahora debo rescatar al Príncipe.


Me siento egoísta con respecto a eso, mi ángel no me ha hablado, aunque sé que no se quedó en la Torre ni volverá allí hasta que yo vuelva. Tendré que volver para salvarlo. Lo extraño...



mi guardián...

viernes, 8 de mayo de 2009

La Princesse Ensorcelée ( tomo I, capítulo 4 )

Cuando volvimos de hablar con el cantor, el Príncipe había desaparecido. Solo su perfume y las cenizas del fuego de la noche anterior quedaban en su lugar. Sin embargo, los pastos aplastados por las grandes botas del Príncipe nos indicaban el camino que otra vez deberíamos emprender. Suspiré con melancolía. Nos sentamos a la sombra de un gran álamo y desayunamos con los frutos del bosque. Con el Sol sobre nuestras cabezas emprendimos la marcha, por un camino que se adentraba cada vez en las sombras del bosque. Al tiempo estabamos totalmente rodeadas de plantas oscuras y árboles siniestros nos obligaban a dar importantes rodeos. Sin embargo, eran más que huellas lo que nos guiaban. Arriba nuestro, en las altísimas copas, grandes pájaros hacían susurrar las hojas cuando volaban de rama a rama. La Princesa de la Torre Cercana hizo una mueca de preocupación: estábamos llegando al lado oscuro del bosque, el corazón oculto que no debe ser descubierto. El lugar preferido de los hechiceros y hechiceras para realizar los aquelarres.


_ Hoy no es viernes 13 ¿verdad?_ pregunté siguiendo el pensamiento.
_ En el mundo terreno, no. En este tampoco.

Seguimos caminando, y las sombras empezaron a cerrarse a nuestro alrededor: había pasado el tiempo, y el Sol abrazaba el horizonte. Entonces, entre las sombras del atardecer, lo ví:
Caminaba hacia un templo en ruinas de una religión olvidada, mirando el suelo y solo el suelo. Lo llamé con desesperación, pero no se inmutó. Entonces, con mi voz reuní también mis energías y mandé todo esto a buscarlo.

Se detuvo.

Lentamente torció la cabeza y me miró por sobre su hombro. Sonrió apenas, y al instante volvió a caminar con la vista al frente. Empecé a caminar hacia él. Levantó una mano para detenerme, y las sombras nos rodearon. Eran aterradoras... parecían millones de ojos rojos, millones de bocas riendo, monstruos de la oscuridad. La Princesa me detuvo, agarrándome fuerte del brazo. Me di vuelta hacia ella y de la mano corrimos hasta alejarnos del lugar.

Pasaron las horas.


El hechizo que pesaba sobre mí se volvía difícil de cargar.


Ya era noche cerrada, la hoguera se había consumido en su esplendor, la Princesa de la Torre Cercana dormía acurruca a unos pasos de mi. Me levanté, decidida a ir. Caminé entre los árboles fantasmales.

"Se supone que te espere, que siga esperando. El hechizo es una carga pesada y los demonios de la oscuridad me clavan puñales por la espalda cada vez que me aproximo. Todavía recuerdo los momentos en los que te veía desde lo alto de mi Torre... Tengo miedo. Miedo de perderte sin más..."

Me acerqué lo más que pude. Soporté las miradas oscuras de los agujeros sin pupílas, soporté el dolor de los aguijonasos en la espalda, delviento helado. El Príncipe estaba sentado a los pies de grandes ruinas, y me miraba sin sonreir, como pidiéndome que me fuera. Sin embargo, yo tenía algo que hacer. De lo más profundo de mi interior, de allí donde también guardaba el lazo con mi ángel, saqué mi espada. Grande, reluciente, dorada. Describirla tal como la siento, como la quiero, sería extenderme demaciado en la narración de mi historia.
"He clavado una espada frente a tí. Es la espada que soñé. Es la única cosa que tengo en mi poder para encontrarte. Es... una parte de mi ser. Y ahora es tu decisión. Ya no puedo sacar la espada y salir corriendo, y si me paro en seco mi hechizo podría volverse más pesado aún"

_ ... Si agarras la espada podrás salir, venir conmigo. No sé qué quieres... me dices que estas sombras te acompañan, pero no lo veo así. Te quiero, pero me hacen daño. No me voy a poder quedar mucho tiempo...
"...Tengo... tengo miedo y soy una cobarde, pero es el miedo que dá el no saber qué hacer. Y tengo dos agujas en la espalda, con las alas heridas, no encuentro la vida que quiero vivir. Estoy vulnerable, aquí y ahora..."

_ ...Estoy a tu merced_ susurré.
"...¡Maldita sea! Pero no me voy a resignar. necesito que hablemos, que me hables... Por favor, llévame, deseo felicidad, sólo así podré ser tu felicidad, originarla. Uno no dá lo que no posee. Soy feliz solo por estar contigo, solo por verte sonreír. Por todo esto..."

_ Te reto a un duelo_ dije con voz firme, mirándolo a los ojos.

"¡Saquémonos las máscaras!"

martes, 5 de mayo de 2009

El cantor



Aprovecho este momento para contarles un extraño suceso. Por el momento abandonaré la historia de nuestro cambiante Príncipe, y me remitiré al momento en que, acompañada de mi amiga, abandonamos al Príncipe por unos momentos para ir a buscar frutos y hierbas curativas.
Seguimos el riachuelo y nos internamos cada vez más en el bosque. Pisabamos la hierba con los pies descalzon, y sentíamos ese suave cosquilleo que en muchos libros se describe... los pájaros trinaban y olía a corteza. De pronto, como si de una invocación o un hechizo se tratara, escuchamos una voz más adelante. Era una voz melodiosa, y cantaba al viento:

Je suis le Ténébreux, - le Veuf, - l'Inconsolé,
Le Prince d'Aquitaine à la Tour abolie :
Ma seule Étoile est morte, - et mon luth constellé
Porte le Soleil noir de la Mélancolie.

Dans la nuit du Tombeau, Toi qui m'as consolé,
Rends-moi le Pausilippe et la mer d'Italie,
La fleur qui plaisait tant à mon coeur désolé,
Et la treille où le Pampre à la Rose s'allie.


Y a nuestros oídos llegaba la suave música, las enigmáticas palabras del cantor. Avanzamos lento, sin querer interrumpir. La Princesa de la Torre Cercana sonreía a mi lado. Nos asomamos al claro por entre dos altos cedros.


Suis-je Amour ou Phoebus ?... Lusignan ou Biron ?
Mon front est rouge encor du baiser de la Reine ;
J'ai rêvé dans la Grotte où nage la Sirène...

El cantante nos miró, sentado en el suelo, entre el suave cesped y los frutos demaciado maduros que habían caído de los árboles. Nos sonrió, y siguió su canto, aunque parecía hablar mas estaba cantando...


Et j'ai deux fois vainqueur traversé l'Achéron :
Modulant tour à tour sur la lyre d'Orphée
Les soupirs de la Sainte et les cris de la Fée.

Nos invitó a sentarnos con él. El canto había concluido. Nos aproximamos en silencio: ¿qué decir después de tanto esplendor de sonido? Por suerte, el viento susurró entre las hojas rompiendo el encantamiento.

_ ¿Princesas de la Ciudad?_ la voz no era la misma, pero sonaba igualmente bien.
_ de las Torres. De la Ciudad de las Torres.
_ ¿Cómo han salido?_ si estaba extrañado, lo ocultaba bien.
_ Simplemente lo hemos hecho...
_ Un hechizo pesa sobre tí, muchacha_ me miró, adivinando en mis ojos_ buscas al hechicero.
_ Así es...
_ Todos buscamos algo..._ había melancolía en su voz. Lo miré de soslayo, y sonreí al responder.
_ Todos.
_ He recorrido tierras, mares, me he internado en bosques, en tabernas... sin embargo, no encuentro lo que quiero.
_ ¿Qué buscas?
_ La Puerta
_ ¿La Puerta?_ preguntó mi amiga.
_ Exactamente, la Puerta. Quiero salir de este mundo.
_ ¿Por qué? Si sales, nunca conseguirás el equilibrio. Está asegurado, el mundo confabulará contra tí.
_ Eso es precisamente lo que quiero. Soy un bohemio, necesito de un mundo de noches eternas, de licores de fuego, de mujeres con savor a rosas. Si me es preciso salir a la noche de allá y volver luego a la de aquí... con la oscuridad de la puerta misma me conformaría.
Lo miramos extrañadas. Sin embargo, el bardo se había alejado con su mente de nosotras, y al parecer, buscaba la puerta.
_ Ahora he de partir. Ustedes no tienen la respuesta. Tal vez algún día me ayuden a volver. Adios. Au revoir, mesdemoiselles!! suerte en sus búsquedas!
_ Au revoir, monsieur le barde.

Y así terminó el extraño encuentro. Tal vez más tarde nos rencontráramos, en un mundo u en el otro, pero por el momento no podíamos seguirlo: ya bastante con el Príncipe y el hechicero. Además, seguramente mi amiga también buscaría algo, aunque eso, todavía no me lo había confesado.



(Con un poco de esfuerzo, mi amiga y yo traducimos toda la letra de esa canción del mundo terreno llevado al otro mundo, y traído por nosotras de vuelta. Es un poema de Gérard de Nerval:

Yo soy el Tenebroso, -el viudo-, el Sin Consuelo,/Principe de Aquitania de la Torre abolida:/Mi única estrella ha muerto, y mi laúd constelado/lleva en sí el negro sol de la Melancolía.
En la Tumba nocturna, Tú que me has consolado,/devuélveme el Pausílipo y el mar de Italia, aquella/flor que tanto gustaba a mi alma desolada,/y la parra do el Pámpano a la Rosa se alía.
¿Soy Amor o soy Febo?.. Soy Lusignan o ¿Byron?/Mi frente aún enrojece del beso de la Reina;/he soñado en la Gruta do nada la Sirena...
He, doble vencedor, traspuesto el Aqueronte:/Modulando unas veces en la lira de Orfeo/suspiros de la Santa y, otras, gritos del Hada.)



Quedaría en nuestro recuerdo para siempre la voz del extraño personaje...

lunes, 4 de mayo de 2009

La Princesse Ensorcelee ( tomo I , cap 3)




Finalmente lo encontramos. Estaba sentado a orillas de un río que atravezaba ciudades y bosques, en un fluir constante de agua. Apenas nos vió, ocultó su herida y nos sonrió. Yo le respondí la sonrisa con desconfianza. Por suerte tenía mis pergaminos y mi pluma a mano, y por las noches que pasamos a su lado, pude escribir tranquila. La primera noche fue estrellada, y un suave rocío me llenó de brillos el cabello mientras escribía. A mi lado, La Princesa de la Torre Cercana dormía como un ángel, aunque sabía que su mente había volado ya lejos, a ocupar su cuerpo en el mundo terreno.

"Tal vez no seas quien me va a ser feliz, pero aunque ser amada me alegraría realmente, ver a la persona que quiero feliz también me haría snreir. Sé que todavía estoy bajo este maldito hechizo, caminaré por la vida con él encima hasta que encuentre mis armas, ¡Y a quién atacar!"

Al día siguiente, sin embargo, la relación con el Príncipe fue frívola y distante. Se sentó lejos de nosotras y no respondió a mis palabras. Temí acercarme de nuevo al atardecer, y le conté mis penas a mi amiga. Además, mi ángel había desaparecido y no podía llegar hasta él con la mente. Fue muy doloroso... finalmente, en los pergaminos arrugados encontré un alivio al escribir lo que sentía.


"Y ahora actúas como si nada. ¿Ya pasó? ¿se acabó? Simplemente se han secado las hojas, se marchitaron las flores de la primavera, y ahora todo está tan frío... son copos de nieve, los has dejado caer sobre mi cuerpo inerte..
yace entre las nieves..."

"Y luego, como si nada, un fuego se encendió y ahora temo quemarme..."

CONTINUARÁ...

domingo, 3 de mayo de 2009

La Princesse Ensorcelée ( tomo I )





"... Y una vez que halla encontrado la espada perfecta saldré a buscarte. Es que
ciertamente ya me estoy cansando de esperar. Y cuando me parece verte entre la
nebulosa del antiguo mundo, te me escurres como el agua entre mis dedos, a no
comprendo tus señales. Me engaño creyendo que te he encontrado, pero solo es que
estoy rodeada de falsas ilusiones que se disuelven luego en la oscuridad de la
noche.

No juegues conmigo, o más bien, juguemos, peleemos, ¡Aguantá luego!
Después no te quejes, pero te digo que me estás rompiendo el corazón..."



Fue el primer día que pasamos fuera del cuidado de las Torres. Estamos tras el restro del Caballero, sabemos que está herido: hay sangre entre las hojas. Nos hemos tenido que proporcionar nuestro propio alimento, y hemos tomando agua de rocío que había quedado atrapada en las grandes plantas. Vemos la Ciudad de las Torres todavía cerca, pero nadie nos ha detenido. Al ser nosotras las Princesas, hemos pactado nuestra salida con el Gran Dragón que protege la entrada. En verdad es muy amigabla, solo cumple con su deber... los Príncipes deben luchar por nosotras, conquistarnos, sacarnos de las filosas pero inofensibas garras del Dragón.

(el Gran Dragón de la Ciudad de las Torres)


Le hemos prometido que si llegaramos a necesitarlo lo llamaríamos, y que si nuestros Príncipes aparecían, los presentaríamos ante él. Él se encargaría del resto.
De esta forma, en acuerdo silencioso con nuestro protector Dragón, emprendemos esta fantástica aventura...
CONTINUARÁ...

sábado, 2 de mayo de 2009

A lo lejos, las Ciudades


Es un peligroso camino el que hemos comenzado. En nuestro andar, vislumbramos desde lejos las grandes ciudades, y mis ojos pudieron adivinar en aquellos jardines floridos, la alegre vida familiar en este mundo escondido. Ellos eran los Reyes de la tierra, los que habitan el Reino Akasha y en ningún otro. Nosotras dos, Princesas de la Ciudad de las Torres, Almas vagabundas detrás de un misterioso Príncipe, solo estábamos de paso. Igual, como ustedes ya se habrán dado cuenta, nuestra vida se divide en dos mundos: Akasha, y el que todos conocemos. Para entrar a Akasha hay que atravezar una puerta. Lo que es dificil es llegar a ella, porque solo cuando es preciso la podemos encontrar. No se puede forzar su aparición. Otros días, cuando nuestras presencias en las Torres o en Akasha se requiere, somos absorvidas por la puerta, y nuestros cuerpos parecen sin espíritu por el tiempo de nuestra estadía...

Es raro, esta vida entre dos mundos...

Lo único que se sabe, es que es imposible conseguir el EQUILIBRIO tan codiciado por todos nosotros, habitantes de dos realidades...

La Princesse Ensorcelée (tomo I, parte 1)

Recuerdo... hace ya tanto tiempo... el Principio de mi historia.  Recuerdo el día que vi al Príncipe y sentí mi corazón retumbar en mi pecho. Este es un capítulo perdido, el primer capítulo. Tanto ha pasado... y sin embargo, no mucho ha cambiado...

La mejor expresión es la que se siente en lo más profundo del 
corazón...


Mis primeros escritos fueron en tercera persona, o más bien cambiante, tal vez para defenderme de la verdad... tal vez...



Parte I:

"...Porque cuando se entere de que ha estado rodeada de falsas iluciones, crueles esperanzas... y su corazón se rompa en mil pedazos...Le diste todos los elementos para creer en la sola posibilidad, y luego te alejaste paso a paso, pero antes a ella la alejaron de tu lado. Lo hicieron por tí. Si estorbaba en ese encuentro de un nuevo amor, de una vieja amistad... Ella creyó que venías a rescatarla, pero caminabas hacia otro castillo. Y finalmente, cuando se calzó las botas y se puso la armadura, encontró una espada entre guardias muertos y salió afuera, estando hechizada caminó por la vida, te siguió. Quiere ayudarte, pero tú no la estás dejando..."



Y así fue como salí. Mi ángel desapareció entre sus cadenas y me siguió como un espíritu. La Princesa de la Otra Torre se desilusionó en ese momento de su amor, y escapó de la Torre, decidida a acompañarme. Armas en mano, porque nosotras somos Princesas, guerreras de armas tomar.



CONTINUARÁ...

La Princesa de la Torre Cercana ( II )

Cuanto más tiempo pasaba, veía sonreír más seguido a la Princesa de la Torre Cercana. Me contó que uno de los Principes que por allí pasaban le gustaba particularmente. Lo contemplé yo también. Pasaba galopando a paso firme, sin mirar ninguna de las torres de la Ciudad. No me parecía peculiarmente lindo, pero viendo suspirar a mi amiga sonreía yo también. Mas el Príncipe parecía dirigirse a otras ciudades. Así somos las Princesas, suspiramos demaciado...

(así me imaginaba a la Princesa de la Otra Torre al oírla suspirar)

El tiempo pasó, y las dos Princesas de la Ciudad seguíamos conversando por las tardes, y mi propósito de salir del castillo se iba esfumando poco a poco. Hasta que él apareció. Era un Príncipe alto y apuesto (a mi parecer. Ami amiga no le parecía el mejor) y siempre se acercaba a los pies de mi Torre y hacía chistes pasados de moda. Al principio lo miré extrañada, luego lo ignoré, y después empecé a sonreir con sus chistes. Luego de un tiempo empezó a gustarme... aunque sentía que mi ángel no estaba de acuerdo con el amor que florecía en mí. Sin embargo, ese amor no sería correspondido. O eso parecía. Fue entonces (lo recuerdo muy bien) cuando empecé a escribir para liberar mis sentimientos.

... y él llegó a abrazarme...

CONTINUARÁ

La Princesa de la Torre Cercana

Así la bauticé. Un día, mientras observaba por mi ventana, vi surgir ante mis ojos y al costado de mi torre otra más alta. Y un rato después, una princesa asomó por su ventana. Al principio me ignoró. Simplemente miraba el horizonte con cara seria. De a poco, traté de llamar su atención. Estiraba los brazos, la llamaba a gritos. Finalmente se dignó a dirigirme la mirada. Tenía cabellos negros y largos, y era pálida como la Luna. Le sonreí, y poco a poco esbozó una sonrisa...


(esto no es un castillo, es la Ciudad de las Torres)


Trabamos amistad en seguida, y desde ese entonces fuimos amigas inseparables, mientras nuestras voces atravezaban el vacío entre las dos torres.

CONTINUARÁ...

viernes, 1 de mayo de 2009

La Torre

Cómo toda Princesa Hechizada, donde vivo es una torre. 



Es, como se imaginarán, mucho más alta que esta, y el paisaje desde mi angosta ventana se ve muy lejano, oculto a veces por una niebla pálida y fúnebre... Mi habitación es redonda. En ella hay una cama, un espejo, una pequeña mesa redonda y otras cosas. Del alto techo y de las paredes cuelgan sedas y tapices rojos. Me paso en la ventana la mayor parte del día. A determinadas horas una rendija en la puerta de hierro oscuro se abre, y entra la comida y el agua. Tengo libros para leer, y un baño con una ducha. A veces hay agua caliente... a veces, el agua es tan helada que me cala los huesos. Cuando intento abrir la puerta mientras me dan las comidas, azotan a mi ángel, que está en otra habitación. Escucho sus gritos. Es horrendo. Nunca más intento abrir la puerta... 


(al contrario de esta imágen, tengo el pelo bien cortito, aunque rubio)

Por mi ventana, bien de mañana, veo a los caballeros pasar. Son los que van a salvar a otras Princesas. Pero yo puedo salir cuando quiera. Un poco de esfuerzo mental y mi ángel comprenderá lo que quiero, y se alejará de la torre. Cuando eso pase, La torre quedará en ruinas y sí o sí tendré que salir al desolador paisaje de cenizas... Dentro de poco lo haré.


No espero amor, busco al hechicero.