Aprovecho este momento para contarles un extraño suceso. Por el momento abandonaré la historia de nuestro cambiante Príncipe, y me remitiré al momento en que, acompañada de mi amiga, abandonamos al Príncipe por unos momentos para ir a buscar frutos y hierbas curativas.
Seguimos el riachuelo y nos internamos cada vez más en el bosque. Pisabamos la hierba con los pies descalzon, y sentíamos ese suave cosquilleo que en muchos libros se describe... los pájaros trinaban y olía a corteza. De pronto, como si de una invocación o un hechizo se tratara, escuchamos una voz más adelante. Era una voz melodiosa, y cantaba al viento:
Je suis le Ténébreux, - le Veuf, - l'Inconsolé,
Le Prince d'Aquitaine à la Tour abolie :
Ma seule Étoile est morte, - et mon luth constellé
Porte le Soleil noir de la Mélancolie.
Dans la nuit du Tombeau, Toi qui m'as consolé,
Rends-moi le Pausilippe et la mer d'Italie,
La fleur qui plaisait tant à mon coeur désolé,
Et la treille où le Pampre à la Rose s'allie.
Y a nuestros oídos llegaba la suave música, las enigmáticas palabras del cantor. Avanzamos lento, sin querer interrumpir. La Princesa de la Torre Cercana sonreía a mi lado. Nos asomamos al claro por entre dos altos cedros.
Suis-je Amour ou Phoebus ?... Lusignan ou Biron ?
Mon front est rouge encor du baiser de la Reine ;
J'ai rêvé dans la Grotte où nage la Sirène...
El cantante nos miró, sentado en el suelo, entre el suave cesped y los frutos demaciado maduros que habían caído de los árboles. Nos sonrió, y siguió su canto, aunque parecía hablar mas estaba cantando...
Et j'ai deux fois vainqueur traversé l'Achéron :
Modulant tour à tour sur la lyre d'Orphée
Les soupirs de la Sainte et les cris de la Fée.
Nos invitó a sentarnos con él. El canto había concluido. Nos aproximamos en silencio: ¿qué decir después de tanto esplendor de sonido? Por suerte, el viento susurró entre las hojas rompiendo el encantamiento.
_ ¿Princesas de la Ciudad?_ la voz no era la misma, pero sonaba igualmente bien.
_ de las Torres. De la Ciudad de las Torres.
_ ¿Cómo han salido?_ si estaba extrañado, lo ocultaba bien.
_ Simplemente lo hemos hecho...
_ Un hechizo pesa sobre tí, muchacha_ me miró, adivinando en mis ojos_ buscas al hechicero.
_ Así es...
_ Todos buscamos algo..._ había melancolía en su voz. Lo miré de soslayo, y sonreí al responder.
_ Todos.
_ He recorrido tierras, mares, me he internado en bosques, en tabernas... sin embargo, no encuentro lo que quiero.
_ ¿Qué buscas?
_ La Puerta
_ ¿La Puerta?_ preguntó mi amiga.
_ Exactamente, la Puerta. Quiero salir de este mundo.
_ ¿Por qué? Si sales, nunca conseguirás el equilibrio. Está asegurado, el mundo confabulará contra tí.
_ Eso es precisamente lo que quiero. Soy un bohemio, necesito de un mundo de noches eternas, de licores de fuego, de mujeres con savor a rosas. Si me es preciso salir a la noche de allá y volver luego a la de aquí... con la oscuridad de la puerta misma me conformaría.
Lo miramos extrañadas. Sin embargo, el bardo se había alejado con su mente de nosotras, y al parecer, buscaba la puerta.
_ Ahora he de partir. Ustedes no tienen la respuesta. Tal vez algún día me ayuden a volver. Adios. Au revoir, mesdemoiselles!! suerte en sus búsquedas!
_ Au revoir, monsieur le barde.
Y así terminó el extraño encuentro. Tal vez más tarde nos rencontráramos, en un mundo u en el otro, pero por el momento no podíamos seguirlo: ya bastante con el Príncipe y el hechicero. Además, seguramente mi amiga también buscaría algo, aunque eso, todavía no me lo había confesado.
(Con un poco de esfuerzo, mi amiga y yo traducimos toda la letra de esa canción del mundo terreno llevado al otro mundo, y traído por nosotras de vuelta. Es un poema de Gérard de Nerval:
Yo soy el Tenebroso, -el viudo-, el Sin Consuelo,/Principe de Aquitania de la Torre abolida:/Mi única estrella ha muerto, y mi laúd constelado/lleva en sí el negro sol de la Melancolía.
En la Tumba nocturna, Tú que me has consolado,/devuélveme el Pausílipo y el mar de Italia, aquella/flor que tanto gustaba a mi alma desolada,/y la parra do el Pámpano a la Rosa se alía.
¿Soy Amor o soy Febo?.. Soy Lusignan o ¿Byron?/Mi frente aún enrojece del beso de la Reina;/he soñado en la Gruta do nada la Sirena...
He, doble vencedor, traspuesto el Aqueronte:/Modulando unas veces en la lira de Orfeo/suspiros de la Santa y, otras, gritos del Hada.)
Quedaría en nuestro recuerdo para siempre la voz del extraño personaje...
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