Bienvenidos, La Princesse Ensorcelée

Sí, soy una chica llena de sueños, de vuelos y mariposas; sí, tal vez esté enamorada del amor mismo... y, como todos, soy reflejo del aire que respiran nuestros Dioses. Estoy entre dos mundos, dejando atrás mi niñez, estoy ante el velo de los misterios que invitan a crecer. Que el Anciano de los Día me ayude y me proteja en mi travesía mágica. Las mariposas llegarán pronto pronto con sus colores naranjas, amarillos, ocres y azules. El mundo es cada vez más maravilloso ¿Nunca creiste volar con las Hadas? Yo ya enfrenté el miedo con mi espada dorada, ¡Libérate! Hay sentimientos que nacen del Alma y yo quiero que me acompañes en mi Felicidad!!

miércoles, 3 de febrero de 2010

Declaración (tomo 1, cap 10)

Me desperté un poco antes del alba, y tras unos minutos vi salir el Sol. Siempre me había gustado ver amanecer desde las torres: ver el cielo teñirse de rojo y ocre alumbrando el mundo, convertirse en un dorado precioso que se extendía como olas en un cielo de espuma y nubes y finalmente, asomaba el Sol con todo su esplendor. Siempre me quedaba hipnotizada unos minutos hasta que el Gran Dragón rugía espantando el sueño que por las torres merodeaba.


Un nuevo día había comenzado. Me levanté llena de energías. Entre mantas y sábanas, La Princesa y el Príncipe todavía dormían. Sonreí. Me coloqué rápidamente unos pantalones de hombre y una camisa, más rápido aún me calcé las botas y salí a caminar.
Andube sin rumbo, y antes de que me diera cuenta me encontraba en la sima del mirador. Observé la colorida Ciudad de las Torres y no pude evitar sentir cierto anhelo de volver allí, me sentí un poco inquieta y al instante miré hacia otro lado. Un poco más y habría empezado a pensar en mi ángel...
Vi el humo que asomaba de las chimeneas de las ciudades de Akasha y mis pensamientos fluyeron hacia el cantor. ¿Habría encontrado la Puerta? era tan extraño...
De pronto, el viento me empujó hacia adelante, trayéndome susurros de las maderas al crujir. Me di vuelta e instintivamente me agaché. Abajo del mirador, siguiendo la suave ladera, había una cabaña toda de madera. Un poco más atrás un pequeño corral lleno de manchas blancas. De pronto el corazón me empezó a latir rápido y sentí el calor en mis mejillas. Me apreté más contra la hierba. Entonces lo vi: salió de la cabaña con aire despreocupado. Tenía puesto unos pantalones sueltos y llevaba dos cubetas grandes. Tan pronto como se internó en el bosque, me di la vuelta y empecé a correr de regreso al lugar donde La Princesa de la Torre Cercana me esperaba.
El resto de la mañana estuve callada. Creo que en mi interior se debatían la vergüenza y la euforia. No podía evitar sonreír cuando recordaba, pero inevitablemente un extraño calor me invadía el cuerpo entero.
A la tarde, el viento me trajo su primer mensaje. Me escabullí entre los árboles y empecé a caminar nuevamente sin rumbo. Creo que en ese instante lo vi más claro que a los árboles que tenía delante: Se acercaba el momento...
Gracias a su gran ingenio y a mi mente confundida, el viento susurraba en mis oídos suaves insinuaciones, y finalmente me obligó a exclamar, enojada:
_ ¡Es como tener cadenas, realmente no querría tener que depender de alguien, no querría ser tomada, como un objeto! Juré nunca ser poseción de nadie...
El viento resonó con mis palabras y se fue alejando hasta perderse nuevamente. Miré extrañada a mi alrededor: no sabía dónde estaba. El bosque de pronto pareció más amenazador que nunca, lleno de extraños ruidos y sombras serpenteantes. Me di la vuelta y empecé a correr, tratando de recordar por dónde había llegado. El viento susurraba en mis oídos palabras incompletas.
De pronto vi un claro y corrí hacia él. El claro eran laderas bañadas por el Sol, y allá en lo alto veía el mirador. De pronto sentí un crujido a mi izquierda y pegué un salto.
_ N--no te asustes, no quería que pasara esto, perdón_ dijo el Pastor avergonzado.
_ ¿Cómo? No, perdona_ intenté sonreír mientras trataba de recobrar el aliento_ de hecho, no entendí nada de lo que me susurraba el viento, perdona...
_ Ah... entonces..._ y se puso ligeramente sonrojado. Sonreí: lo había puesto nervioso. Por supuesto que yo también estaba nerviosa...
_ ¿Qué... qué me decías?_ susurré. Las palabras a penas salían de mi boca.
Silencio.
_ Te... quería decir_ dijo el Pastor lentamente. Sentí cómo se tensaba su cuerpo_ que no me importa que seas de mi poseción, nunca quise eso de ti. No quiero tomarte como un objeto... ni ponerte cadenas.
Me miró a los ojos y se acercó un poco más. Un temblor recorrió mi cuerpo.
_ No obstante, quiero estar contigo. Quiero acompañarte, quiero ayudarte y que me ayudes. Yo... quiero que tu seas mi pareja.
Se calló, mirándome seriamente. Yo no podía hablar.
_ Y tú... ¿quieres?
El corazón me latía muy fuerte, como si fuerza a estallar. Estoy consiente de que temblaba desde arriba hasta los pies. Recuerdo el calor que sentía. Finalmente, unas débiles palabras salieron de mi boca.
_ Lo siento, yo... necesito pensarlo_ dije, mirando el suelo. Él no dijo nada por un momento.
_ Claro, por supuesto. Esperaré tu respuesta_ lo miré y me sonrió. Le sonreí yo también y me marché a paso rápido. El Sol empezaba a ocultarse.

¿Cuál va a ser mi respuesta?

En realidad, no hay mucho que pensar.

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